Cueva del Calero II
Índice Cueva del Calero II
Un espacio donde conviven restos del Gravetiense, con más de 25.000 años de antigüedad, con evidencias materiales y pictóricas de época medieval.
Todo ello encerrado en una cavidad que, a pesar de su enorme valor histórico y arqueológico, permanece en un estado de abandono alarmante.
Descubierta a finales del siglo XX por miembros del C.A.E.A.P. y el G.E.I.S.C./R., fue objeto de estudio en 1995 por José Manuel Morlote y Emilio Muñoz.
Sin embargo, pese a su reconocimiento legal, hoy enfrenta serios problemas de conservación, agravados por la plantación de eucaliptos en sus alrededores, cuyas raíces han comenzado a dañar el techo de la cavidad.
Un recorrido físico e histórico por la cueva
La Cueva del Calero II tiene unos 200 metros de desarrollo y está orientada al oeste. Su boca es pequeña, de apenas un metro de alto y menos de un metro de ancho.
Tras superar un vestíbulo lleno de bloques, se llega a un gran muro de piedra.
Desde ahí, el camino sigue por una galería descendente que gira a la derecha y continúa entre estalactitas y estalagmitas hasta llegar a una sala amplia, donde aparecen algunas de las representaciones más fascinantes del arte rupestre cantábrico.
A la izquierda hay una galería colgada, mientras que a la derecha, una galería sinuosa conduce hasta una boca colmatada por materiales de derrumbe.
En diferentes puntos de la cueva aparecen restos arqueológicos y arte parietal que reflejan una ocupación humana continua a lo largo de miles de años.
Pinturas, grabados y símbolos del pasado
El arte rupestre de Calero II es una mezcla vibrante de épocas y estilos. En la pared izquierda de la primera sala se puede ver un signo claviforme grabado, con una protuberancia ancha que llama la atención.
A lo largo de la galería principal se repiten los discos rojos, puntos marrones y rojos, y otros signos curvos en color rojo.
En el fondo de la cueva aparece un panel, algo dañado, con pinturas en rojo y negro. Hay un laciforme rojo, puntos aislados y una línea vertical roja en el techo, muy cerca del “final” de la cueva.
También destacan los macarroni abstractos y un signo inciso con forma de sombrero.
Uno de los lugares más impactantes es la llamada Sala de las Pinturas, donde se conservan un laciforme, varios grupos de puntuaciones y un panel de manchas negras.
Algunas de estas pinturas han sido datadas por AMS, revelando cronologías sorprendentemente distintas: unas del Gravetiense (hace más de 25.000 años) y otras correspondientes a época medieval (alrededor del año 800 d.C.).
Un registro arqueológico único en la región
El interior de la cueva no solo guarda arte, también decenas de objetos de diferentes épocas: cerámicas con decoración estriada, hojas de sílex, lápices de ocre rojo, conchas perforadas, objetos metálicos, y restos óseos humanos.
Se han hallado materiales del Calcolítico, Edad del Hierro y Edad Media. Destacan una plaquita de cobre/bronce, un cincel de hierro, vasos completos, y los restos de dos individuos infantiles que fueron cuidadosamente depositados en una pequeña oquedad.
Su datación los sitúa en el siglo XIII o XIV, lo que demuestra que la cueva fue utilizada durante más de veinte mil años de forma intermitente, posiblemente con funciones simbólicas o rituales.
Una joya olvidada que clama por protección
A pesar de su riqueza, la Cueva del Calero II sufre un abandono evidente. El acceso está rodeado de zarzas y bardales, y las raíces de los eucaliptos plantados en la zona están afectando seriamente el techo de la cueva.
Aunque está catalogada en el Inventario Arqueológico de Cantabria (INVAC) y protegida por la Ley de Patrimonio 11/1998, la realidad es que su estado actual no refleja ni su importancia ni el cuidado que merece.
Este lugar no es solo una cueva más. Es un archivo natural de la historia humana, una cápsula del tiempo que guarda secretos de quienes vivieron, crearon y murieron en este espacio durante miles de años.