Punta El Brusco en Noja
Esta formación rocosa de origen calizo se alza de manera imponente entre el arenal y el océano, marcando el límite con la vecina playa de Berria, en Santoña.
Visitarla es una experiencia imprescindible para quienes buscan paisajes únicos, senderismo, observación de fauna y desconexión total.
Rodeada de un entorno protegido dentro del Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, la Punta El Brusco forma parte de un ecosistema privilegiado.
Aquí se combinan acantilados, dunas, monte bajo y vegetación atlántica, ofreciendo un hábitat ideal para aves, flora silvestre y especies costeras.
Es habitual ver gaviotas, cormoranes e incluso halcones en pleno vuelo, además de mariposas, lagartijas y otras especies endémicas del litoral cántabro.
El camino asciende suavemente entre matorrales, pinares y tramos abiertos con vistas espectaculares. Aunque no es una ruta larga, tiene cierta pendiente, por lo que se recomienda calzado cómodo y algo de agua.
En menos de una hora, se alcanza la cima del promontorio, desde donde se obtiene una de las mejores panorámicas de toda la costa oriental de Cantabria: la Playa de Berria, el monte Buciero en Santoña, la playa de Trengandín al este y, en días claros, incluso parte de la costa vasca.
Es un lugar de referencia para caminantes, fotógrafos, deportistas y quienes simplemente quieren escapar del bullicio.
La zona transmite una sensación de libertad, con el sonido constante del mar golpeando las rocas, el aire puro de la montaña y la inmensidad del paisaje.
Durante la bajamar, se puede rodear parte de su base caminando sobre las rocas que emergen entre la Playa de Trengandín y Berria. Esta travesía, solo recomendable para personas con buena movilidad y conocimiento de las mareas, permite explorar pequeños rincones y cuevas costeras.
En definitiva, la Punta El Brusco en Noja es mucho más que un promontorio rocoso: es un enclave natural único que une mar, montaña, historia y vida salvaje.
Ideal para una escapada al aire libre, para quienes aman el contacto con la naturaleza, el senderismo y los paisajes que dejan sin aliento. Sin duda, uno de los grandes tesoros de la costa cántabra.