Los pinares de Liencres
Este extenso pinar costero, también conocido como el pinar de Valdearenas, es un verdadero pulmón verde junto al mar Cantábrico, un espacio natural que invita al paseo, la desconexión y la contemplación en plena naturaleza.
Con más de 200 hectáreas de extensión, los Pinares de Liencres fueron plantados a mediados del siglo XX con un objetivo claro: frenar el avance de las dunas móviles formadas por la acción del viento sobre las playas de Canallave y Valdearenas.
Para ello se utilizó principalmente pino marítimo (Pinus pinaster), una especie perfectamente adaptada a los suelos arenosos y al clima costero.
Hoy en día, ese bosque es mucho más que un recurso funcional: se ha convertido en un lugar de referencia para el ocio, el deporte y el contacto directo con el medio natural.
El aroma de la resina, el crujir de las piñas secas bajo los pies, el sonido del viento entre las copas de los árboles y el canto de las aves convierten cada paso en una conexión auténtica con el entorno.
Además, al tratarse de un bosque que crece sobre un terreno dunar, la topografía presenta suaves ondulaciones que hacen que los paseos, aunque fáciles, resulten variados y estimulantes.
Este espacio es frecuentado por familias, corredores, ciclistas, fotógrafos de naturaleza y personas que simplemente buscan un respiro de la vida urbana.
Su proximidad a la costa permite, en algunos puntos, vislumbrar el mar entre los árboles o combinar una caminata por el bosque con una visita a las playas de Valdearenas o Canallave.
El acceso es sencillo desde el aparcamiento principal del parque, y hay múltiples caminos bien señalizados que permiten diseñar rutas de diferente duración e intensidad.
En cuanto a la fauna, es habitual avistar aves como el pico picapinos, el carbonero común o el milano negro, así como reptiles y pequeños mamíferos que habitan en este hábitat protegido.
En primavera y otoño, el bosque cobra especial belleza, con juegos de luz filtrándose entre las copas, y una actividad natural intensa que fascina a los amantes de la fotografía y la observación de aves.
A pesar de tratarse de una plantación forestal relativamente joven, los pinares ya se han consolidado como un ecosistema estable que aporta sombra, oxígeno y refugio a múltiples especies.
No es necesario ser un experto senderista para disfrutar de sus caminos. Incluso con niños pequeños o personas mayores, es posible realizar paseos agradables, seguros y llenos de interés.
Además, el contraste entre el verde intenso del pinar y el dorado de las dunas crea una imagen muy característica del paisaje de Liencres, un sello visual que ha hecho de este lugar uno de los más reconocibles y visitados de Cantabria.
Aquí no hay grandes construcciones, ni ruidos, ni prisas.
Solo naturaleza viva, aire puro y un entorno cuidado y protegido para las generaciones futuras.
En definitiva, los Pinares de Liencres representan mucho más que un bosque costero. Son un refugio natural junto al mar, un legado ecológico que cumple funciones ambientales, paisajísticas y sociales.
Si visitas Liencres, dedicar un tiempo a recorrer estos pinares es casi obligatorio: descubrirás que dentro de este bosque late una parte esencial del alma cántabra.