Cueva de El Haza
Índice la Cueva de El Haza
Sin embargo, el conjunto de representaciones rupestres que alberga, su atribución cultural al Solutrense y la presencia de signos únicos la convierten en un enclave de extraordinario valor arqueológico y artístico.
Acceso
La cueva de El Haza se encuentra en las proximidades de Ramales de la Victoria, y su acceso resulta relativamente sencillo.
Puede alcanzarse tomando el antiguo camino del Haza que discurre junto a la entrada de la cavidad, o bien desde el aparcamiento y centro de recepción de visitantes del complejo de Covalanas, del cual forma parte en términos de proximidad geográfica.
Contexto cronológico
El conjunto artístico y los restos arqueológicos encontrados en El Haza se sitúan dentro del Paleolítico Superior, concretamente en el periodo Solutrense, hace unos 19.000 años.
Este marco temporal coincide con una etapa de sofisticación técnica en la talla lítica y de gran desarrollo en la expresión simbólica de las comunidades humanas del Cantábrico.
Los materiales solutrenses de la cavidad, pese a haber sido alterados parcialmente por intervenciones de acondicionamiento para su visita, siguen conservando una valiosa información sobre la ocupación del lugar.
Descripción de la cavidad
El acceso a la cueva se realiza a través de un amplio abrigo que resguarda su boca de entrada. En el fondo de este abrigo se abre una salita más íntima y recogida, que concentra las principales manifestaciones de arte parietal documentadas hasta la fecha.
La disposición espacial de las representaciones, así como la ubicación de la sala en una zona algo más apartada de la luz natural, refuerzan la hipótesis de que nos encontramos ante un pequeño santuario paleolítico.
Yacimiento arqueológico
Aunque buena parte de las evidencias arqueológicas materiales fueron alteradas o destruidas durante las obras realizadas para facilitar el acceso a la cueva, se han documentado industrias líticas solutrenses en el entorno de la entrada.
Estos restos, característicos por su refinada técnica de talla y por la elaboración de hojas y puntas con retoque plano, contribuyen a contextualizar las manifestaciones rupestres que aún se conservan.
Manifestaciones rupestres
El arte parietal de El Haza es notable tanto por la calidad de sus representaciones como por su diversidad temática. Las pinturas, todas ellas en tonos rojizos, responden a los cánones del Estilo III de Leroi-Gourhan, lo que refuerza su adscripción al periodo Solutrense.
Entre los animales representados se identifican varios caballos de perfil bien definido, cabras montesas, una cierva, un reno —figura poco habitual en el arte cantábrico— y un cuadrúpedo indeterminado.
Algunas de estas figuras presentan una complejidad añadida, como despieces anatómicos o el uso de tinta plana para rellenar el cuerpo, lo que aporta un valor técnico y simbólico adicional.
Junto a estas figuras zoomorfas aparecen también dos signos cuadrangulares, definidos por líneas rectas y rellenos con trazos paralelos.
Su presencia, junto con otras manchas y elementos abstractos, sugiere un uso simbólico o ritual del espacio decorado, más allá de la simple representación figurativa.
Estudios e investigaciones
Tras su descubrimiento inicial en 1911 por Alcalde del Río y sus colaboradores Henri Breuil y Lorenzo Sierra, la cueva fue incluida en la emblemática obra Les Cavernes de la Région Cantabrique, lo que le otorgó cierta visibilidad en el panorama arqueológico europeo. No obstante, su estudio sistemático y detallado ha sido reciente.
Investigadores como Marcos García y Jesús Eguizábal han desarrollado en los últimos años un análisis profundo del conjunto rupestre, consolidando su importancia en el contexto del arte solutrense cantábrico.
Importancia patrimonial
La cueva de El Haza representa un claro ejemplo de cómo el arte paleolítico se manifestaba en espacios recogidos, muchas veces invisibles a simple vista.
A pesar de las alteraciones sufridas, conserva un testimonio valiosísimo de la capacidad simbólica y expresiva de los grupos humanos del Paleolítico Superior.
Sus figuras, a medio camino entre el naturalismo y la abstracción, nos hablan de un mundo complejo, lleno de significado y profundamente conectado con el paisaje que habitaban.