Colegiata de San Martín de Elines
Colegiata de San Martín de Elines: piedra, pintura y legado en el corazón románico de Cantabria
Un templo de fusión histórica, con esculturas vibrantes y las únicas pinturas románicas conservadas de la región
En pleno núcleo rural de San Martín de Elines se alza una de las joyas del románico cántabro.
La Colegiata de San Martín, una iglesia que encierra en su arquitectura la evolución de la espiritualidad y el arte sacro desde el siglo X hasta el Renacimiento.
Su construcción, iniciada en los primeros años del siglo XII, se levantó sobre una primitiva iglesia mozárabe, de la que aún quedan visibles algunos restos, como arcos de herradura y una ventana del mismo tipo en el claustro.
El edificio destaca por su elevada nave única, su ábside semicircular y una torre de campanario de planta circular, poco común en el contexto cántabro.
La entrada se sitúa en el muro oeste, a través de un arco de medio punto con dos arquivoltas de baquetones, apoyadas en columnas con capiteles vegetales toscos, todo ello protegido por un guardapolvos de media caña.
Un ábside lleno de ritmo y significado
El exterior del ábside se divide en tres paños por medio de columnas adosadas sobre contrafuertes prismáticos. En cada paño, una ventana se enmarca en arcos ciegos y decoraciones alternadas.
Billetes, hojas abiertas y arquivoltas de baquetón. Sobre ellas, una espectacular serie de canecillos remata la cornisa con gran variedad iconográfica.
En el interior, el ábside y el presbiterio presentan dos arquerías ciegas superpuestas. La inferior, con cuatro arcos de medio punto y capiteles historiados; la superior, con cinco arcos (tres de ellos con ventanas) rodeados por arquivoltas y guardapolvos florales.
La decoración se completa con impostas de billetes y frisos de flores abiertas.
Escultura narrativa y linterna monumental
La linterna, de base cuadrada, se alza sobre cuatro grandes columnas que sostienen la cúpula. Sus capiteles son de notable calidad y riqueza narrativa.
En el arco triunfal, uno de ellos representa a Daniel entre los leones y a Sansón con el león; el opuesto, a dos leones devorando figuras humanas y una decoración de piñas.
En el arco que conecta con la nave, los capiteles muestran un león con cabezas animales y humanas, la escena de la Adoración de los Magos y el Sacrificio de los Inocentes. Las paredes de la linterna cuentan con grandes arcos ciegos que refuerzan la monumentalidad de este espacio.
Cementerio, claustro y restos mozárabes
Junto al templo se encuentra una pequeña capilla del siglo XIII, con bóveda de cañón apuntado y restos de pintura mural barroca.
Adosado al muro oeste, el claustro renacentista de planta cuadrada sirve como exposición permanente de piezas escultóricas: canecillos, pilas bautismales y una destacada colección de sepulcros medievales.
En su ala norte se conservan dos arcos de herradura y una ventana del templo mozárabe original, testimonio milenario de la continuidad del culto en este lugar.