Cantabria ha sido escenario de un golpe sin precedentes contra el narcotráfico. La Guardia Civil ha detenido a dos hombres, de 32 y 40 años, de nacionalidad colombiana, sorprendidos cuando circulaban por la A-67 con 80 kilos de speed ocultos en una furgoneta. Una cantidad descomunal que, de no haber sido interceptada, habría inundado las calles con droga y destruido miles de vidas.
La operación tuvo lugar el pasado 19 de agosto, en Lantueno (Santiurde de Reinosa). Una patrulla de la Guardia Civil, en un control rutinario de seguridad ciudadana, observó un vehículo que levantó sospechas. Fue entonces cuando decidieron dar el alto a la furgoneta y lo que parecía un control más se convirtió en la mayor incautación de speed en Cantabria en más de una década.
En el interior, los agentes encontraron lo impensable: 47 envases de plástico, ocultos entre material de obra, que contenían un líquido blanquecino y frío. Las pruebas confirmaron rápidamente lo que temían: se trataba de metanfetamina. El peso total ascendía a 80 kilogramos, una cifra que coloca este alijo entre los más grandes de toda España en lo que va de año.
Los dos ocupantes fueron detenidos de inmediato como presuntos autores de un delito contra la salud pública. Uno de ellos, además, tenía ya un señalamiento en vigor para comprobar que no portaba armas. Ahora ambos se enfrentan a la justicia, pero la pregunta queda en el aire: ¿quién está detrás de un cargamento de estas dimensiones y hasta dónde llega la red que lo respalda?
La Guardia Civil ha recordado que no se veía algo así desde 2011, cuando la llamada Operación Cafeto permitió requisar 105 kilos de la misma sustancia. El hallazgo, más de una década después, revela que las rutas del narcotráfico siguen atravesando Cantabria, con la autovía A-67 convertida en un corredor de riesgo.
El éxito policial ha evitado que toneladas de dosis llegaran a manos de consumidores, pero también deja en evidencia una realidad inquietante: la región no es ajena al gran negocio de la droga. Este golpe demuestra la magnitud del problema y la sangrienta maquinaria del narcotráfico, que no duda en usar nuestras carreteras como autopistas de veneno.
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