Cueva abrigo de la Peña del Perro
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Es uno de esos lugares en los que el pasado permanece muy vivo, atrapado entre paredes rocosas que han resistido el paso del tiempo, el viento y el mar.
Situado en el impresionante entorno del Monte Buciero, este abrigo se abre directamente sobre los acantilados, mirando al sur, en la cara más abrupta y salvaje del paisaje de Santoña.
Este lugar fue descubierto a comienzos de los años 80 por el equipo del C.A.E.A.P., y no tardó en despertar el interés de la comunidad científica.
Poco después, la Universidad de Cantabria realizó una excavación arqueológica detallada.
Lo que apareció en el suelo no fue poca cosa: herramientas de piedra (líticas), huesos y un gran conchero que revelan una ocupación prolongada e intensa del espacio.
Una mirada al Paleolítico final
Las capas arqueológicas del Abrigo de la Peña del Perro corresponden principalmente a dos momentos clave de la prehistoria europea: el Magdaleniense Superior final y el Aziliense.
La primera fase nos habla de una sociedad que perfeccionó el arte rupestre y la caza, mientras que la segunda, ya en transición hacia el Mesolítico, dejó huellas como los arpones planos, típicos de este periodo.
Más allá de los restos materiales, este abrigo también conserva manifestaciones rupestres que, aunque difíciles de fechar con precisión, podrían pertenecer a épocas anteriores, incluso al Auriñaciense o al Gravetiense.
Estas hipótesis surgen del estilo de los grabados, que evocan otras representaciones más antiguas del arte paleolítico europeo.
Un entorno imponente y lleno de historia
No es fácil llegar al Abrigo de la Peña del Perro. Para acceder a él hay que seguir un sendero de montaña que parte desde los fuertes de Santoña, bordeando el acantilado con vistas que quitan el aliento.
Y precisamente esa dificultad añade valor a la experiencia: cada paso en el camino parece conectarte un poco más con los antiguos pobladores del lugar.
La entrada del abrigo es amplia, orientada al sur, y se abre como una gran boca que mira al mar.
La roca se inclina hacia el exterior, como si protegiera el interior de la lluvia y el viento.
No es difícil imaginar a grupos humanos reuniéndose aquí, protegiéndose del frío, cocinando marisco recogido en la costa o tallando herramientas bajo la luz del fuego.
Más que un yacimiento, un testimonio de vida
El Abrigo de la Peña del Perro no es sólo un sitio arqueológico.
Es un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. Cada piedra, cada fragmento óseo, cada línea grabada en la roca, habla de personas reales que vivieron, trabajaron y soñaron en este rincón al borde del mar.
Aunque las excavaciones han sido discretas, los hallazgos son suficientes para comprender que esta cavidad fue importante, tanto como refugio como espacio simbólico.
Hoy sigue siendo un sitio de gran interés para arqueólogos y amantes del patrimonio, no solo por lo que ya ha mostrado, sino por lo que todavía puede revelar.