Cueva de Sotarriza
Índice la Cueva de Sotarriza
Conocida desde los primeros años del siglo XX gracias al trabajo de Lorenzo Sierra, esta cavidad apenas ha sido explorada a fondo, en parte por su difícil acceso y la ausencia de un yacimiento documentado.
El conjunto se completa con otras expresiones figurativas y simbólicas, así como signos y grabados difíciles de clasificar que sitúan a esta cavidad entre las más interesantes del sector oriental de Cantabria.
Acceso
El acceso a la cueva de Sotarriza es complicado y requiere adentrarse en una ladera abrupta densamente arbolada, dominada por encinas.
La entrada se realiza desde el barrio de Venta Laperra, siguiendo un sendero que asciende por el flanco de la montaña hasta alcanzar las bocas de las cavidades.
Estas se sitúan justo enfrente de las cuevas del Arco-Pondra, en la margen opuesta del río Calera.
Contexto cronológico
Las manifestaciones rupestres documentadas han sido asignadas por estilo al Magdaleniense, concretamente al estilo IV de Leroi-Gourhan, lo que sitúa su ejecución entre 16.000 y 11.000 años antes del presente.
Aunque no se ha documentado un yacimiento arqueológico en sentido estricto, la localización de los paneles y la técnica empleada apuntan a una cronología consolidada dentro del Paleolítico Superior.
Descripción de la cavidad
El conjunto de Sotarriza está formado por un sistema subterráneo de dos bocas bien diferenciadas: al este se encuentra Covanegra, mientras que al oeste se halla Sotarriza propiamente dicha.
Ambas bocas se abren a vestíbulos descendentes que confluyen en un mismo sistema kárstico. Covanegra conduce a través de laminadores y gateras a una amplia galería colmatada por bloques, mientras que el vestíbulo de Sotarriza se divide en dos ramas principales.
La galería de la derecha termina en unas coladas, y la de frente continúa por amplios pasadizos que finalmente conectan con Covanegra, formando un sistema de notable desarrollo interno.
Manifestaciones rupestres
En el fondo del vestíbulo de la boca de Covanegra se encuentra un friso decorado con trazos negros, donde se distingue una figura en forma de “V” y un trazo oblicuo de gran nitidez.
Estas formas, aunque sencillas, se enmarcan dentro de las expresiones gráficas abstractas que acompañan al arte figurativo del Magdaleniense.
No obstante, el verdadero valor artístico se encuentra en el interior de Sotarriza, donde destaca la figura de un caballo herido con azagayas, pintado en negro y de trazo firme, característico del estilo IV.
Esta representación se considera una de las más singulares de la región, tanto por su temática como por su técnica, en la que se ha sugerido una intención narrativa: la escena del animal alcanzado en plena caza.
Junto a esta figura, también se ha documentado otra pequeña pintura, también en negro, de difícil interpretación.
Asimismo, en una galería lateral cercana a la boca se han identificado posibles grabados lineales gruesos, aunque no han sido aún estudiados con detalle ni clasificados plenamente.
Estado de conservación e investigaciones
La cueva de Sotarriza ha sufrido escasa intervención arqueológica desde su identificación inicial a comienzos del siglo XX. Su inaccesibilidad ha actuado, en cierto modo, como una protección natural contra actos vandálicos y alteraciones modernas.
No obstante, la ausencia de un programa sistemático de excavación o protección patrimonial ha limitado su conocimiento público y científico.
La cavidad es una muestra más del patrimonio olvidado que aún espera ser plenamente valorado.
Importancia patrimonial
La cueva de Sotarriza representa una manifestación modesta pero relevante del arte rupestre del Paleolítico Superior en Cantabria.
A pesar de contar con pocos elementos decorativos, la calidad del caballo herido y su vinculación con el estilo IV magdaleniense la convierten en un punto de referencia para el estudio de los modelos narrativos en el arte prehistórico.
El hecho de formar parte de un sistema dual con Covanegra y su proximidad a otros conjuntos del Desfiladero de Carranza refuerzan su importancia como núcleo cultural y simbólico en la prehistoria de la región.