Ermita de San Juan de Socueva
Ermita de San Juan de Socueva: una joya prerrománica encajada en la roca
Un templo que aprovecha la montaña para fundirse con el paisaje
La Ermita de San Juan de Socueva se encuentra en el municipio de Arredondo, en una zona elevada sobre el pequeño núcleo rural de Socueva.
Lo que la hace única es que no fue construida en terreno llano, sino dentro de un abrigo rocoso natural que le da una apariencia de estar literalmente abrazada por la montaña.
Este tipo de integración arquitectónica con el entorno es lo que la ha llevado a ser considerada, en muchas ocasiones, como una ermita semi-rupestre.
El acceso se realiza desde el propio pueblo, siguiendo un sendero que asciende de forma progresiva. No es un camino largo, pero sí algo irregular, por lo que se recomienda calzado cómodo.
A medida que se avanza, el paisaje se va abriendo y, casi sin avisar, aparece la pequeña ermita, silenciosa, en perfecta armonía con la piedra que la rodea.
Arquitectura sencilla pero cargada de simbolismo histórico
Construida entre los siglos VII y X, esta iglesia es un excelente ejemplo de arte prerrománico en Cantabria. Su planta es irregular, adaptada al fondo del abrigo donde se levanta, aunque tiende a la forma rectangular.
Los muros están hechos en mampostería y el suelo mantiene la forma natural del terreno, con una inclinación ascendente hacia el ábside. La nave no tiene una cubierta convencional: es el propio techo de la cueva el que actúa como tal, mientras que el ábside está cubierto por una falsa bóveda.
Uno de sus elementos más notables es el arco triunfal de herradura, que da paso al ábside semicircular, donde se abre una pequeña ventana en forma de tronera.
También destaca la presencia del altar original, una pieza sencilla pero muy simbólica: un pilar de planta cuadrada con bordes achaflanados, sobre el que se apoya una mesa troncopiramidal.
En el centro superior del pilar, un hueco servía para guardar reliquias. En el muro de entrada se conserva, además, un posible modillón de tradición mozárabe.
Visita exterior imprescindible a pesar de estar cerrada al público
Actualmente, la ermita permanece cerrada al público por razones de conservación, por lo que no es posible acceder a su interior. Sin embargo, el entorno y su integración en el paisaje hacen que la visita exterior ya merezca completamente la pena.
Es un lugar que invita al silencio, a la observación tranquila y a imaginar cómo pudo ser utilizado en su origen. No hay carteles ni señalizaciones llamativas, pero sí una atmósfera de recogimiento que se siente incluso antes de llegar.
Por su acceso a pie y ubicación elevada, es recomendable para quienes disfruten de paseos por el medio rural.
No es especialmente adecuada para personas con movilidad reducida, pero no presenta grandes complicaciones para quienes están habituados a senderos naturales.
Una pieza clave para entender los orígenes del arte religioso en Cantabria
Más allá de su aparente sencillez, esta pequeña ermita guarda una enorme importancia histórica y patrimonial.
No solo es uno de los templos más antiguos de la región, sino también una rareza arquitectónica que conserva elementos originales muy difíciles de encontrar en otras iglesias prerrománicas del norte de la península.
Su situación retirada, su adaptación al entorno y su estado de conservación parcial la convierten en un ejemplo silencioso pero poderoso del vínculo entre el paisaje cántabro y la espiritualidad de sus primeros habitantes cristianos.
Visitarla es acercarse a una forma de construir y de creer profundamente conectada con la tierra, el abrigo natural y la intimidad del rito.