Iglesia de Santa Marina
Iglesia de Santa Marina: arquitectura sólida y expresión popular en piedra en el corazón rural de Cantabria
Un edificio de gran presencia que mezcla sobriedad gótica con elementos barrocos
La Iglesia de Santa Marina destaca por su estructura maciza y austera, claramente visible desde los caminos que se acercan a ella.
El edificio presenta un aspecto robusto, reforzado por numerosos contrafuertes prismáticos que recorren el exterior. La sensación de solidez se complementa con un diseño sobrio, donde los detalles ornamentales son escasos pero significativos.
La iglesia cuenta con dos puertas de acceso. La principal, situada en la fachada oeste, presenta un arco apuntado con dos arquivoltas que descansan sobre cimacios lisos.
La otra puerta, más sencilla, se abre en el muro sur, con una sola arquivolta. En ambas fachadas se puede ver un pórtico barroco que, en el hastial occidental, sirvió de base a una torre de planta cuadrada. El conjunto mantiene un aire compacto, funcional y muy bien adaptado al entorno rural que lo rodea.
Interior equilibrado, bóvedas de crucería y una estética marcada por la talla popular
El interior de la iglesia se divide en dos naves mediante pilares a los que se adosan columnas. Las bóvedas de crucería refuerzan el carácter gótico del templo, aportando verticalidad y elegancia a un espacio que, sin ser recargado, logra transmitir solemnidad.
Una de las características más distintivas del edificio es su escultura monumental. Lejos del virtuosismo académico, aquí predomina un lenguaje visual ingenuo, cercano a la estética popular.
Las tallas, realizadas mediante técnica rehundida e incisa, representan cabezas humanas, figuras de animales y motivos geométricos que dan al conjunto una identidad única.
Entre las ventanas, destacan por su originalidad aquellas de forma rectangular, muy estrechas, divididas por parteluz y rematadas con un óculo.
Aunque los ábsides fueron originalmente más bajos que las naves, en la actualidad toda la estructura ha sido igualada en altura, lo que ha dejado la cornisa decorativa y sus canecillos colgando en el muro, como recuerdo de su configuración original.
Una iglesia rural con elementos góticos, barrocos y un fuerte carácter simbólico
Pese a su apariencia simple, esta iglesia refleja una evolución compleja. A lo largo del tiempo, sus distintas intervenciones han sumado capas arquitectónicas que, lejos de restar coherencia, dan al edificio una lectura histórica rica y significativa.
En ella conviven la sobriedad del gótico con aportes barrocos, como la torre sobre el pórtico o ciertos remates decorativos.
Uno de sus elementos más valorados es una escultura gótica de piedra de Santa Marina, situada en una hornacina de la nave del Evangelio.
La talla, que data de finales del siglo XV, representa a la santa titular del templo con una expresión serena y forma parte del imaginario religioso de la comunidad local.
Una visita serena, fuera de rutas masificadas, que permite apreciar el arte desde lo cotidiano
La Iglesia de Santa Marina no está entre los templos más conocidos de Cantabria, pero precisamente por eso ofrece una experiencia distinta: más tranquila, más cercana y con un fuerte sentido de lugar.
Es el tipo de iglesia que uno encuentra en pueblos con historia, donde el arte se ha integrado en la vida diaria y no necesita alardes para ser significativo.
La visita no requiere demasiado tiempo, pero sí atención al detalle. Desde las tallas sencillas en los canecillos hasta la escultura de Santa Marina, todo habla de una tradición viva, de una religiosidad popular que ha sabido conservar su patrimonio con discreción.
Quien la visita se lleva la sensación de haber descubierto algo auténtico, sin artificios.