La noche en Santander se convirtió en un desfile de irresponsables al volante. En apenas unas horas, la Policía Local sacó de circulación a cinco conductores puestos hasta arriba de drogas y a otro que conducía con más alcohol en la sangre que gasolina en el depósito.
El operativo comenzó a última hora del martes y se prolongó hasta la madrugada. El resultado es tan demoledor como preocupante: dos hombres, de 38 y 28 años, dieron positivo en cocaína y THC en la avenida Nueva Montaña; en San Fernando, otro conductor cayó tras dar positivo en cocaína; en Los Castros, un cuarto individuo de 47 años repitió la combinación mortal de cocaína y THC; y en la avenida de la Constitución, un joven de 29 años también dio positivo en cocaína.
Como si fuera poco, en el mismo control de Los Castros apareció otro conductor de 47 años que no iba drogado, pero sí borracho, demostrando que la inconsciencia tiene múltiples sabores.
La fotografía es clara y descarnada: mientras unos intentan volver a casa, otros convierten las calles de Santander en una ruleta rusa de carne y metal. Cocaína, porros, alcohol… un cóctel letal que sigue campando a sus anchas por las carreteras.
La pregunta es inevitable: ¿cuántos tienen que caer antes de que entendamos que conducir colocado no es un juego, sino un billete directo a la tragedia?
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