Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Toranzo
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Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Toranzo: sencillez gótica entre campos y piedra viva
Un templo rural donde perduran formas humildes y símbolos esenciales. A la entrada del pueblo de Acereda, entre Santiurde y San Martín de Toranzo, se alza la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una construcción del siglo XIV marcada por la austeridad de lo popular y el trazo firme del gótico más rural.
Levantada en sillarejo, su arquitectura es directa, sin artificios, reflejo de una comunidad que hizo de la fe una cuestión terrenal y cercana.
De estructura sencilla, con nave única y ábside semicircular, el templo conserva pocos pero significativos elementos de su época original: la espadaña —aunque también reformada—, dos puertas de medio punto sin columnas y una ventana geminada en el muro oeste.
Todo lo demás ha sido transformado o reconstruido, especialmente durante el siglo XVII, en una intervención que respetó, sin embargo, el alma sobria del lugar.
Una puerta al pasado: líneas puras, arcos desnudos
Las dos puertas que se han conservado presentan arcos de medio punto sin columnas, casi desprovistos de ornamentación. Su desnudez formal transmite una fuerza serena, donde lo sagrado no necesita ser grandioso para ser profundo.
Estas entradas, junto a la ventana geminada, constituyen los restos visibles de un gótico que aquí no se expresó en altura ni en riqueza, sino en permanencia.
Por fuera, el ábside mantiene una hilera de canecillos decorados con motivos geométricos. No hay figuras humanas ni animales, sólo formas repetidas que, como en tantas iglesias rurales, hacen de la repetición una forma de contemplación.
Interior de piedra y arco apuntado
El acceso al ábside se realiza a través de un arco toral apuntado, sostenido sobre cimacios de talla tosca y geométrica. Esta transición arquitectónica marca un paso simbólico del espacio común al sagrado, aunque sin dramatismo.
La sencillez de los elementos habla de una espiritualidad cotidiana, más cercana al silencio que al ornamento.
La iglesia, pese a las reformas, conserva en estos detalles su carácter original: un edificio funcional, devocional, profundamente ligado a su entorno.
Aquí, el gótico se transforma en lenguaje de campo, reducido a sus formas esenciales pero nunca desprovisto de significado.
Reforma sin olvido, piedra que aún recuerda
Aunque buena parte de la iglesia fue remozada en el siglo XVII, la esencia del templo persiste en los elementos que han sobrevivido: las puertas, la espadaña, el ábside.
Cada uno de ellos guarda memoria de una época en la que incluso los templos más humildes eran construidos con una intención sagrada.
Hoy, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción se alza como testigo discreto de ese tiempo. Su valor no está en la grandiosidad, sino en la fidelidad a sí misma. Un lugar donde la piedra calla, pero no olvida.