Torrelavega amanece con una noticia digna de guion de serie turbia: la Guardia Civil ha desmantelado un cuarteto del terror digital que, entre risas y pantallas, habría exprimido a más de 120 víctimas en toda España. Cuatro jóvenes, tres hombres y una mujer, de apenas veinte años, que jugaban a mafiosos desde el salón de su casa, acaban de comprobar que el delito también tiene hora de cierre.
La banda, según fuentes oficiales, se dedicaba a lo que podríamos llamar el “chantaje 2.0”: cazaban incautos en webs de citas y encuentros picantes, les hacían creer que habían encontrado el amor —o al menos un rato entretenido— y, cuando la confianza estaba servida, soltaba la trampa. A partir de ahí comenzaba el infierno digital: amenazas, coacciones y una dosis de terror psicológico que ni las películas de sobremesa.
Los detenidos no solo exigían dinero bajo la promesa de mantener la discreción; iban más allá. Si la víctima se resistía, el grupo subía el tono hasta niveles de pesadilla, enviando incluso vídeos de desmembramientos sacados de Internet para “convencerlos”. La Guardia Civil no ha confirmado si también tenían diploma en crueldad gratuita, pero todo apunta a que el curso lo aprobaron con matrícula.
La llamada Operación Network comenzó hace dos años, cuando una de las víctimas —en Teruel, nada menos— decidió enfrentarse al miedo y denunciar. Desde entonces, los agentes han seguido la pista digital del grupo, que se creía intocable detrás de sus perfiles falsos. Error de principiantes: dejaron más rastro que un elefante en la playa.
Durante los registros en Torrelavega, los agentes se toparon con un arsenal tecnológico: ordenadores, móviles, joyas, dinero en efectivo y hasta un coche. Todo fruto de su “creatividad criminal”, según fuentes policiales.
Los cuatro presuntos artistas del chantaje ya duermen entre barrotes por orden del Juzgado de Instrucción nº 3 de Teruel, que no ha tenido piedad: ingreso inmediato en prisión. Fin del juego.
Y mientras tanto, la Guardia Civil recuerda que ahora las denuncias se pueden hacer por Internet, sin moverse del sofá. Que nadie diga que no hay excusas: si te han estafado, te han robado o simplemente has perdido la documentación, basta un clic para contarlo.
Porque, al final, la moraleja es simple: si alguien promete amor en una web sospechosa y acaba pidiéndote dinero o silencio… lo más seguro es que el único “match” que haya sea con el Juzgado.

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