Cueva de Cualventi
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Su enorme potencial científico no se ha visto acompañado por una adecuada difusión, lo que ha llevado a que, incluso hoy, permanezca fuera del radar de la mayoría del público general, pese a albergar un conjunto estratigráfico y artístico excepcional.
Desde entonces, han sido varias las campañas arqueológicas que han permitido reconstruir una historia de ocupación que se extiende desde el Gravetiense hasta la Edad Media.
Un acceso sencillo a una cavidad impresionante
Situada en el barrio de Perelada, se llega fácilmente por un camino rural. Una vez superada una pequeña zona de eucaliptos, se accede a un gran abrigo con orientación oeste.
Tras cruzar la puerta metálica actual, se entra en un vestíbulo descendente de unos 10 metros de largo y 8 de ancho, que da paso a un pequeño laberinto de galerías repartidas en tres niveles, alcanzando casi un kilómetro de desarrollo subterráneo.
Un archivo arqueológico de más de 20.000 años
Las sucesivas excavaciones, principalmente lideradas por Miguel Ángel García Guinea en los años 70, y posteriormente por el Museo de Altamira en 1993 y 2003, revelaron un estrato de más de 4 metros de potencia sedimentaria, con una secuencia ocupacional continua:
- Nivel 6: Magdaleniense Inferior y Solutrense. Aparecen más de 50 azagayas, agujas, espátulas y una abundante industria lítica (raspadores, buriles, laminillas, etc.).
- Nivel 4: Magdaleniense Superior. Contiene una joya del arte mueble cántabro: un bastón perforado decorado con un ciervo.
- Nivel 1a: Magdaleniense Final / Aziliense. Se identificaron hogares con dataciones de hace más de 11.000 años.
- Nivel 0: Edad del Bronce, etapa medieval y evidencias del Asturiense, con restos humanos, cerámica, herramientas de bronce y hierro.
Arte rupestre en estado puro
En una pequeña covacha al fondo del abrigo, se localizan dos grupos bien diferenciados de manifestaciones artísticas prehistóricas:
Pinturas rojas
Con técnicas de tamponado y tinta plana, estas figuras representan ciervas, cabras monteses, caballos y un gran bisonte. Por su estilo, se adscriben al Gravetiense final o Solutrense antiguo, con claros paralelos en cuevas como Covalanas, El Pendo o La Pasiega.
Grabados figurativos
En una pequeña hornacina se conservan seis grabados perfectamente reconocibles: una cabeza de cierva, tres cabras monteses, los cuartos traseros de un cuadrúpedo y una línea cervico-dorsal aislada. Estos grabados encajan estilísticamente con el Magdaleniense Inferior, y se relacionan con ejemplos similares en Altamira y El Castillo.
Una cueva ignorada, pero invaluable
A pesar de su enorme valor patrimonial y científico, la Cueva de Cualventi no está abierta al público, y su nombre ni siquiera figura en algunos portales oficiales sobre cuevas rupestres de Cantabria.
Esta invisibilización contrasta con la profundidad de su legado: una cueva-santuario que conserva no solo huellas físicas, sino también simbólicas de quienes la habitaron y ritualizaron durante milenios.
Las investigaciones más recientes, como las incluidas en el proyecto “Los tiempos de Altamira”, han confirmado que Cualventi no solo fue un espacio de habitación y arte, sino también un lugar de memoria colectiva para varias culturas prehistóricas.