Iglesia de San Martín en Cigüenza
Iglesia de San Martín en Cigüenza: barroco colonial entre montañas y memoria indiana
Un templo singular que enlaza Cantabria con el Nuevo Mundo. A apenas medio kilómetro del centro de Novales, en la localidad de Cigüenza, se alza una de las iglesias más singulares de Cantabria: la de San Martín.
Mandada construir en 1743 por el indiano Antonio de Tagle Bracho, primer conde de Casa Tagle, esta iglesia barroca es una rara muestra de arquitectura colonial en territorio cántabro, inspirada directamente en el diseño de la iglesia de las Capuchinas de Lima, Perú.
De una sola nave y planta en cruz latina, el templo desarrolla su estructura en un lenguaje monumental pero armónico.
En el crucero se eleva una cúpula sobre pechinas que marca el centro simbólico del edificio. La cabecera se compone de tres espacios: la capilla mayor y dos sacristías o capillas laterales, que en conjunto forman una cabecera tripartita.
Fachadas gemelas y torres como guardianas de la entrada
El templo cuenta con dos fachadas de diseño casi idéntico. La principal, en el hastial, está enmarcada por dos torres prismáticas de varios cuerpos en disminución, coronadas por pináculos y balaustradas.
La segunda fachada, situada en el muro sur, replica esta disposición con simetría contenida. Ambas portadas tienen arcos de medio punto como vanos de entrada, dos óculos circulares y un frontón partido, todo ello enmarcado por un gran arco que refuerza la monumentalidad barroca sin caer en la exuberancia.
Este juego de duplicación y ritmo arquitectónico confiere al templo una presencia sólida, como si hubiese sido trazado para dejar una huella duradera tanto en la tierra como en la historia de quienes lo alzaron.
Interior sin color, pero con alma barroca
En el interior, la luz entra suavemente y acaricia tres retablos de finales del siglo XVIII, magníficos ejemplos del barroco decorativo.
Lo inusual es que se conservan sin policromar, permitiendo que la talla en madera se exprese en su forma más pura, sin velos cromáticos que distraigan del trazo. Esta ausencia de color no resta riqueza, sino que revela la fuerza del diseño y la maestría del tallado.
Junto a los retablos, se conserva un retrato al óleo del propio Antonio de Tagle Bracho, fundador de la iglesia, que permanece como testigo silencioso del legado de ultramar y de su voluntad de traer un pedazo del mundo andino a las tierras cántabras.
Arquitectura de ida y vuelta: entre Lima y Cigüenza
La iglesia de San Martín no es solo un templo, sino un vínculo entre dos mundos. Su diseño, réplica de un modelo limeño, muestra cómo la arquitectura mendicante del barroco colonial se adaptó a un entorno completamente distinto sin perder su identidad.
En su estructura, materiales y disposición, se reconoce la huella de un estilo construido con vocación misionera, pensado para la enseñanza y el recogimiento, pero también para la afirmación cultural de quienes, como su fundador, cruzaron océanos y regresaron con la voluntad de edificar memoria.