En Santander, un coche aparcado en la calle Vázquez de Mella quedó dañado después de que partes de un balcón de un edificio de viviendas se desplomasen a la vía pública, generando un importante susto entre los vecinos de la zona.
Hasta el lugar se desplazaron los bomberos municipales con un camión autotanque, que procedieron a retirar los restos del balcón y a sanear aquellos elementos de la fachada que presentaban inestabilidad para evitar nuevos desprendimientos.
La Policía Local también participó en la operación, regulando la zona y garantizando la seguridad de los viandantes.
Pero el peligro no se limitó a la capital cántabra. En Santoña, los efectivos del parque autonómico de Laredo tuvieron que intervenir en la plaza San Antonio, donde una placa metálica situada en la cubierta de un edificio amenazaba con caer a la calle.
La pieza fue retirada de forma controlada antes de que pudiera causar daños personales o materiales.
Estos incidentes, ocurridos con pocas horas de diferencia en dos de los municipios más transitados de la región, ponen sobre la mesa el debate sobre el mantenimiento de los edificios y el riesgo que suponen para la seguridad ciudadana.
Los desprendimientos de elementos estructurales no solo ocasionan desperfectos materiales, sino que suponen un peligro real para vecinos, peatones y vehículos que circulan en las inmediaciones.
Cada vez son más las voces que reclaman una revisión exhaustiva de las fachadas y cubiertas de los edificios, especialmente en áreas con alto tránsito de personas.
La prevención, advierten los expertos, es la clave para evitar desgracias mayores.
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