Viernes negro en la terminal de autobuses de Castro Urdiales, donde un vehículo ardió hasta quedar irreconocible sin que nadie —ni conductor, ni mecánico, ni vigilante— pareciera haberse enterado de nada hasta que el fuego estaba completamente desatado. El suceso ocurrió en el polígono industrial de La Tejera y no, el autobús no llevaba pasajeros, pero sí una buena ración de combustible y caos potencial.
El aviso llegó al 112 Cantabria a las 19:12, cuando ya era tarde para contener lo que acabó siendo un espectáculo de llamas digno de película de catástrofes de sobremesa. Los bomberos de Castro se presentaron en el lugar e, impotentes ante el nivel de fuego, tuvieron que pedir refuerzos a sus compañeros del parque autonómico de Laredo. Guardia Civil y sanitarios del 061 también hicieron acto de presencia, por si la cosa se desmadraba aún más.
Porque, claro, el fuego no se conformó con reducir a chatarra el autobús, sino que decidió expandirse alegremente por una zona de vegetación próxima a la estación, demostrando que ni siquiera el paisaje se salva cuando la desidia aparca donde quiere.
Aunque finalmente los bomberos lograron sofocar las llamas, el susto y la humareda dejaron claro que, en Castro, cualquier día puede acabar a lo Mad Max. ¿Fallo eléctrico? ¿Descuido humano? ¿Una señal del apocalipsis? Aún no hay respuestas, pero mientras tanto, más de uno pensará dos veces antes de aparcar al sol.
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