Santander suma otro episodio al catálogo de accidentes surrealistas, un niño de 12 años resultó herido tras colisionar con su bicicleta contra un turismo en pleno aparcamiento de los Campos de Sport del Sardinero.
Sí, en un sitio diseñado precisamente para evitar sustos, no para provocarlos.
Mientras unos se preguntan si fue un despiste, exceso de confianza o simplemente mala suerte, lo cierto es que el menor acabó por los suelos y con lesiones, en un entorno que debería ser seguro tanto para peatones como para ciclistas.
El aparcamiento se convirtió por un momento en circuito improvisado, dejando claro que ni siquiera los lugares pensados para “estar quietos” están libres de sustos cuando falta atención y sobran prisas o imprudencias.
¿Lección del día? En la jungla del asfalto —y del cemento de los parkings— no hay edad para la precaución. Y a veces ni las bicicletas se salvan de tener un mal giro del destino (o del manillar).
0 comentarios