El Ayuntamiento de Camargo, con el alcalde Diego Movellán (PP) al frente y con mayoría absoluta, llevará este jueves al Pleno la aprobación del pliego administrativo para adjudicar un nuevo contrato de limpieza viaria que llega con años de retraso y mucha expectativa acumulada.
El contrato, valorado en 8,6 millones de euros a cinco años, pretende poner fin a una situación que, según reconoce el propio regidor, lleva enquistada desde 2016, cuando caducaron tanto este servicio como el de recogida de residuos sólidos. Desde entonces, el municipio ha funcionado con contratos prorrogados y sin una actualización real de medios ni condiciones.
Movellán habla de “un antes y un después” para las ocho pedanías del Valle. Lo cierto es que el nuevo pliego contempla una subida del 70% en la inversión anual, pasando del millón escaso a 1,72 millones de euros cada año. Un aumento considerable que, sin embargo, no ha ido acompañado de una gestión ágil, teniendo en cuenta que el propio Ayuntamiento ha necesitado dos años para preparar el documento.
El alcalde asegura que esta inversión responde a las peticiones de las Juntas Vecinales y a un compromiso de su equipo de Gobierno. Entre las novedades, se incluye la sustitución de 746 contenedores, cuya última renovación data de 2013. Muchos de ellos, según el propio Consistorio, están “en estado deplorable”.
El pliego recoge además una batería de maquinaria y dispositivos que parece sacada de un catálogo de feria: desde barredoras de última generación y furgones hidrolimpiadores hasta sopladoras eléctricas, camiones con pluma de 3.500 kg o vehículos tipo Porter. A esto se suman nuevas frecuencias de limpieza —semanal en las pedanías, diaria en el centro urbano— y la ampliación de zonas olvidadas durante décadas, como Cros, donde residen más de 4.000 personas que quedaron excluidas en anteriores contratos.
También se prevé la subrogación de la plantilla actual, con la garantía de que sus salarios se mantendrán al nivel del convenio colectivo. Se modificarán además los horarios para cubrir más franjas del día, y se incrementarán los desbroces.
Sin embargo, esta operación no escapa a la sospecha de oportunismo político ni al reproche por la desidia institucional de todos estos años. A Camargo no le faltaba presupuesto, sino voluntad política. Y ahora, mientras se presentan como salvadores de un servicio que ellos mismos dejaron languidecer, en el aire quedan las preguntas: ¿por qué se ha tardado tanto?, ¿por qué se actúa solo ahora?, ¿quién ha pagado el coste real de esta década de dejadez?
0 comentarios